Fue una casualidad: los niños querían magdalenas y a mí no me quedaban cápsulas. Pero sí tenía unas cuantas de trufa. Y, la verdad, fueron todo un éxito, desde ese momento, he tenido que hacerlas para sus clases, para amigos, para reuniones,...
La cocina es algo agradable, divertido, envolvente y suave. Algo que requiere su tiempo pero siempre da sus recompensas. Algo que da según recibe. Pretendo reflejar de alguna manera mi amor por la cocina y, tal vez, ayudar a alguien a que llegue a apreciarla de este modo. Ojalá lo consiga. La Coruña, abril de 2010.
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