Como anunciaba, os pongo fotos de la tarta de Hello Kitty del cumpleaños de Laura. Su mamá me dijo que a ella las tartas que más le gustaban eran las de nata, pero quería algo de fondant. El primer problema es que el fondant y la nata son, en principio, incompatibles: uno no puede pisar la nevera y la otra tiene que estar dentro. Como también me había pedido que la tarta tenía que ser grande, decidí resolver la cuestión con dos tartas distintas pero complementarias. La cabeza de Hello Kitty era de chocolate y cubierta de fondant y el corazón era de nata teñida de rojo y rellena de frambuesa. Por cierto, las tartas se comieron enteras, aunque parecía que iba a sobrar mucho.
Lo primero que hicieron los niños presentes fue ir solicitando los bigotes, las flores, la nariz, los ojos y las manos de la pobre Kitty, que ya habia visto cómo la cumpleañera pellizcaba su oreja antes de soplar la vela. ¿Por qué les gustará tanto a los niños el azúcar?
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