domingo, 24 de octubre de 2010

Un castillo para mi príncipe encantado

Luis cumplió seis años. Tuvo dos fiestas, una con la familia y otra con los amigos, en el típico local de bolas en el que hoy en día lo celebran casi todos, que supone un presupuesto, la verdad, teniendo más de un hijo.
Para su fiesta familiar, pidió una tarta que tuviera un castillo sobre una colina. Calculando el número de personas que nos reuniríamos, la tarta consistió en tres bizcochos. La colina eran dos Madeiran Sponge Cake. El de abajo, simple y relleno de ganaché de chocolate negro y el de encima con esencia de mantequilla y relleno de dulce de leche casero. El castillo era un bizcocho de chocolate relleno de chocolate. Una bomba.
El trabajo mereció la pena al ver la cara del cumpleañero. Y de alguno de los niños que nos acompañaron ese día, como Xaquín, que no paraba de preguntar cuándo llegaba la hora de hincarle el diente al castillo.






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