jueves, 19 de abril de 2012

Unos días sin horno.

Lo reconozco. Le doy muy mala vida a mi horno. Lo mimo, lo cuido, lo limpio, le saco brillo y, sobre todo, lo uso todos los días y varias veces. Para dulce, salado, carne, pescado, fruta, bizcochos,... Y el resultado empezaba a ser unos agujeros en el fondo del horno, literalmente quemado. Pero el otro día llegamos al no va más. De repente sonó un plof y el bizcocho no subía. Al abrir la puerta, resultó ser el cristal de dentro de la puerta del horno, que se había desprendido. Resultado, horno nuevo. Y, mientras tanto, bizcochos en el microondas como éste. Altamente recomendable.



No hay comentarios:

Publicar un comentario